
La distancia entre dos personas, la más grande, es la de las experiencias vividas. Inamovible de la facticidad de nuestros futuros actos. ¿Quién o qué ha de borrar o diluir aquello que nos preocupa o nos asusta? No lo sé.
Los prejucios condicionan de manera explícita lo que pensamos y, en ciertas ocasiones, arguyen inseguridad. Tal vez, en modo de defensa. Puede que los avatares del destino, ése del cual sabemos lo justo como para esperarlo como gran incógnita; nos demuestren que la adaptación sí es posible, y que lo extraño, lo desconocido, lo impensado; puede ser moneda corriente de todos los días.
Maggie AQ
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